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Ardiente pasión

Amo como respiro, respiro como amo la inquietud del corazón inquieto Quiso entrar en mi vida, Intente omitir y engañar para que no despierte desviando el recorrido del camino de las caricias No pudo ser…..entro y devoro mi aprensión convirtiendo todo ese engaño en pasión sabía que no era fácil, el latido de ambos subieron al universo ,fue infecundo ignorarlo Cuando pretendí no comprender, nos estábamos amando ,amor loco se convirtió en cuerdo, pasamos por dos opciones el cielo y el infierno, ser fogosos nos convirtió en fuego eterno Nos entregamos sin razonar puse barrotes de acero para que no llegara a desbordar el caudal de sentires, de nada sirvió su amor y mi amor su rebeldía nos declaro Las cuatro estaciones nos encuentran juntos dormimos con frió y calor bien amarraditos no pudimos rendirnos frente a la ardiente pasión la cual nos atrapo y nunca más, le pudimos decir adiós Noemí A Mayoral Derechos de autor Reservados Argentina

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Aprender a decir "No"

Muchas veces por ese deseo interno que todos los seres humanos tenemos de se aprobados,nos vamos perdiendo nuestro propio espacio,olvidando que nuestra prioridad de estar bien,se esfuma buscando hacer sentir mejor al otro. Es un grave error corrernos,para darle el lugar a lo que pensamos que hacemos feliz,mientras una se hunde en el lodo perdiendo el eje,sin saber si vive para si o para decir siempre si,para que el de afuera este bien,mientras una muy adentro guarda el sabor de la amargura el que ama nos acepta como somos,sin pedir nada y sin querer cambiarnos,cuando eso pasa y una les hace caso,se pierde el objetivo de vivir,porque el demandante si logra lo deseado todo le sera poco,por lo tanto las energías para sobrellevar eso hay que redoblarlas y el resultado sera el mismo que cuando comenzaron las demandas ¿para pensarlo ,no?

La tienda Mágica

Por Noemí Mayoral. Cuando la fina nieve caía sobre el impermeable azul de Juan, el frío parecía más intenso, en pleno invierno, la oscuridad de la noche tenía un sutil encanto y a pesar de las bajas temperaturas, que desde hacia varios días sitiaban la ciudad marítima del sur donde vivía, los autos y peatones se negaban a buscar refugio muy temprano. A Juan lo mantenía obsesionado la tarea inconclusa de conseguir un regalo para aquel amor adolescente, que como una astilla, había quedado clavado en su mente y corazón hasta quitarle varias noches el sueño. Ese mediodía, luego del almuerzo, había tomado la decisión de comprarle un obsequio a Leonor. No podía imaginar “qué”, tenía una confusa idea, pero el ese día era el indicado para ponerle el punto final a esa ansiedad que se tornaba infinita. Le habían comentado que en una de las calles laterales a la avenida principal de la ciudad, podía encontrar alguno de esos negocios que ofrecían regalos de todo tipo y que se apreciaban desde s...